martes, agosto 02, 2005

Lunes (I)


Lunes. Primer dia despues de mis alocadas pero infructuosas minivacaciones de una semana. Quedan tres horas y media para escapar de aquí, y ya sufro ese síndrome que nos afecta a la mayoría de los mortales trabajadores del mundo, el más extendido después de la Hipotecosis: La Hastaloscojonesia.

Nada más llegar he ido no muy raudo a por un café, intentando evitar el cruel reencuentro con la pantalla del ordenador. Yo no sólo respeto a mi máquina, sino que la estimo, es más, la quiero y la amo, aunque guarde con ella una relación estrictamente profesional, hoy la he odiado un poco al verla, tan seria, tan elegántemente posada sobre el escritorio, tan imperturbable, tan así como es ella. Y ella lo ha notado, y ha también ha entristecido, decía que ya nada era como antes.Por mucho que he intentado que comprenda que mi pesar no tiene nada que ver con ella, que soy yo, que es mi culpa y no suya, entre otras cosas, por haber descuidado de no preocuparme por el trabajo que me está matando durante ese corto periodo de asueto en el que, por otra parte, al mirar al horizonte, sólo se divisan lunes apestados de tedio laboral, de estrés y malestar insano. Es por eso y nada más, le decía a mi computadora. El no asimilar desde el mismo día que comienza uno sus pseudovacaciones que tiene que volver al tajo algún día. Esa actitud de "quedan muchos días, ya lo haré más adelante", esa descuido perpetuo, dejar para mañana lo que debías haber hecho hoy, y todas esas cosas, al final provocan lo que provocan, y pasa lo que pasa. Se incorpora uno un lunes después de una temporada a ritmo frenético de pasarlo fenomenal, o al menos mucho mejor de como lo pasa uno en su puesto de trabajo, y vienen las depresiones, las malas caras, los "hecho de menos mi tiempo libre", las tonterías y demás pamplinadas de siempre, y claro, lo pagamos con nuetros seres queridos, en mi caso, con mi querida computadora, que me acompaña desde hace mucho más de lo que cualquier chica lo haya echo nunca (muy triste por otra parte).

Después de un largo rato intentando asimilar mi rutinaria situación, he empezado a realizar mis tareas propias del puesto que desempeño, para hacer un breve inciso a los pocos segundos: mirar el correo, consultar un par de tonterías que se le ocurren a uno de camino al tajo, etc., con tan mal bajío que ni siquiera acceso a internet tenía, pues andamos en mi oficina estos días de mudanza, y lo por lo visto, lo primero que han trasladado es mi principal vía de escape del angosto perdurar del horario de trabajo, mi droga in situ, mi ventana secreta donde mirar al mundo, mi jardín de paseo virtual pero aun así animoso y libre, Internet. Me dejan como la sangre de las venas, pobres de oxigeno, como un burro sin alforjas, como una moto con la suficiente gasolina para llegar a la próxima estación de servicios, conducida por un motorista sin dinero, como un ávido lector rodeado de libros por devorar, al que se le han roto las gafas que corrigen su miopía y su astigmatismo.

En fin, una fiesta, y para variar, he tardado en escribir esto menos de lo que tarda un café en enfriarse, por lo que encima la diversión ha durado poco. Será que me tendré que ganar el pan haciendo lo que más me gusta, pero en el sitio peor indicado, en el peor momento del año, cuando menos ganas tengo y más trabajo acumulado hay.

Moraleja: Cuando el oso busca la osa, guarda bien el culo, por que el oso no hace ascos.