Me toca ser el farolillo rojo por un tiempecito, o quizás para siempre.
Y digo me toca, por que no lo he elegido yo. Me lo han colgao los demás, quizás por que me lo he ganao a pulso y punto. Sobre lo que significa ser farolillo rojo, que os voy a contar: ser el último. En mi caso, este lucero manifiesta mi poco, perdón, mi NULO éxito en la parcela sexual-sentimental. Para mi, no significa nada, aunque me haya sentado fatal recoger tan dichoso galardón.
En cierta manera es como un dedo acusador, unas orejas de burro, una pesada piedra al cuello, en definitiva: Un castigo. La verdad, si hubiera algo que pudiera cambiar por este rojo pendiente, ¿lo cambiaría?...
Decir "como casi siempre en estos casos, paso olimpicamente de presiones externas", es asegurarme una carcajada, porque nunca he tenido una personalidad tan fuerte, y no me queda otra que reconocer que la presión que mis amistades intentan ejercer (se que es por mi bien), hoy sí, conicide con la que yo mismo me ejerzo. Suma de vectores. Por que si no es así, nunca consigo nada.
PARTE DESMORALIZADORA
Y es que, gentes, me siento más solo que la una (Oh, que penita de chaval, bienvenido al mundo). Ni especial, ni rarito, ni nada por el estilo... SOLO. Quizás ahora veo la diferencia entre ser independiente, y estar solo. Manda cojones, por que encima, ahora es cuando vienen los arrepentimientos. Despues de todo, creo que no es tan malo arrepentirse.
PARTE ENMORALIZADORA
Pero bueno, no me siento triste. Al revés. Me siento a la expectativa, ilusionado por no se qué, por que en cualquier momento, salvo que todo acabe y muera, puede ocurrir algo bueno. Tengo la vida por delante (no se cuanto, la verdad) y un mundo de posibilidades.
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No se si reirme de mi mismo, o darme de bofetadas. Esto invento está para eso no? No soy muy dado a estas cosas, pero hoy, me apetecía contarlo.
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