viernes, septiembre 22, 2006

¿Que esperabas?


Cogió un boligrafo azúl y escribio en letras mayúsculas:

LO SIENTO MUCHO. NO ES CULPA TUYA. TE LLAMARÉ. TE QUIERO

Se largó, dejando atrás una mirada triste y húmeda.

...

Llegó temprano de trabajar. Subiendo las escaleras, saludó a su vecina, la frutera, con la que se encontraba todas las mañanas cuando iban a trabajar.

- Vaya, hoy hemos hecho doblete.
- Digo. Hasta mañana.

Se hizo un mínimo daño en el dedo gordo al empujar la puerta sujetando la llave medio girada en el cerrojo. El pequeño daño le hizo tardar unos segundos en caer en la cuenta de por qué la cerradura estaba totalmente echada, con sus dos vueltas completas. Sólo la cerraban así cuando no quedaba nadie en el piso.

Entró lento, extrañado. La llamó varias veces. Se alargó hasta el dormitorio, en el otro extremo del piso, llamándola e inspeccionando todos los recobecos. Miró hasta debajo de la mesa del salón. Sólamente una vez, al llegar del trabajo, ella no estaba en casa, pero había ido a casa de la vecina de arriba a devolverle un libro, y llegó enseguida. Incluso en aquella ocasión, la puerta estaba cerrada, pero el cerrojo abierto.

Siguó buscándola durante veinte minutos más, viendo el papel que había sujeto con un imán en el frigorífico, pero sin darle mayor importancia. Lo primero que hacía siempre que volvía de trabajar era ir al frigorífico, tomar una botella de agua y, dando unos sorbos, llegar hasta el estudio donde ella trabajaba en su novela. Ella lo sabía, y por eso le dejó la nota allí. Sabía que es lo primero que vería. Pero no cayó en dejar sin echar el cerrojo.

Se paró. Miró al suelo. Despues al techo. Fué a la cocina. Abrió el refrigerador y tomó su botella de agua mineral. Cerró lentamente la puerta, y tras su sonido hermético, clavó sus ojos en la nota. Dejó caer la botella, aún sin abrir. Su boca se abrió tanto como sus ojos.

Pensó en lo peor, pero ella no estaba en el piso. Se paró de repente en medio del pasillo, y corrió hacia el balcón. Se asomó y miró hacia abajo, pero no vio nada fuera de lo normal. Volvió al interior. Corrió hasta su chaqueta y cogió el telefono. La llamó. El sonido de aquella canción sonaba lejano, pero estaba allí, en el piso. Dejó sonando el móvil hasta que lo encontró, debajo de un cojín. Colgó. Una llamada perdida. Una llamada perdida de "Mi Amor". Desde el día que tuvo su télefono, lo guardó con ese nombre, pese a no ser hasta varios meses despues cuando empezaron a salir juntos. Meses despues, le confesó lo del número, que se enamoró de él desde el primer momento, un flechazo, y que se juró a si misma robarle el corazón.

Quedó sentado mirando a la nada durante un rato.

Entró en la agenda del móvil. Seleccionó un numero. Llamó.

- Quillo, que pasa...
- ...
- Esta noche fiesta en mi casa. Te quedas encargao de avisar a toda la peña... Ah, y una cosa. Sin tu prima, la que me presentaste el otro día, aqui no entras.
- ...
- Sobre las doce, más o menos. Yo me encargo de comprar de todo. Nos vemos.

FIN

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